ARTÍCULO DE REVISIÓN
Orbitopatía tiroidea. Un enigma fisiopatológico y un dilema terapéutico
Thyroid orbitopathy. A pathophysiologic enigma and a therapeutic dilemma
MSc. Tamara de las Mercedes Galbán Lueje1, Dra. Lillian Gloria León Veitía2
1 Máster en Enfermedades Infecciosas. Especialista de II Grado en Oftalmología. 
Profesora Asistente de la Universidad de Ciencias Médicas "Dr. Serafín Ruiz de Zárate Ruiz", 
Santa Clara. Hospital Clínico Quirúrgico "Arnaldo Milián Castro", Santa Clara, Villa Clara, Cuba. 
Correo electrónico: tamaragl@hamc.vcl.sld.cu
2 Especialista de I Grado en Medicina General Integral y de II Grado en Oftalmología. 
Profesora Asistente de la Universidad de Ciencias Médicas "Dr. Serafín Ruiz de Zárate Ruiz", 
Santa Clara. Hospital Clínico Quirúrgico "Arnaldo Milián Castro", Santa Clara, Villa Clara, Cuba. 
Correo electrónico: lilianlv@hamc.vcl.sld.cu
La orbitopatía tiroidea es una enfermedad inflamatoria orbitaria con un posible origen autoinmune que suele asociarse a trastornos metabólicos de la glándula tiroidea. Su presentación clínica es muy variada y puede causar alteraciones significativas de la visión y de la arquitectura orbitaria, lo que se traduce en una disminución importante de la calidad de vida de los pacientes; muchas veces provoca una severa afectación de la personalidad. Afecta mayormente a mujeres y está negativamente influenciada por factores como el tabaquismo, la edad, el sexo y la raza. El tratamiento médico debe ser precoz, agresivo y acorde a la fase en que se presente el paciente con el fin de evitar sus graves consecuencias.
Palabras clave: oftalmopatía de graves
Thyroid orbitopathy is an orbital inflammatory disease with an often autoimmune origin associated with metabolic disorders of the thyroid gland. Its clinical presentation is varied and it can cause significant disturbances of the vision and of the orbital architecture, resulting in a significant decrease in the quality of life of patients; often causes severe impairment of personality. It affects mostly women and it is negatively influenced by factors such as smoking, age, sex and race. Medical treatment should be early, aggressive and based on the stage of the patient in order to avoid grave consequences.
Key words: graves ophthalmopathy
La orbitopatía tiroidea es una enfermedad caracterizada por presentar cambios de los 
tejidos blandos orbitarios y periorbitarios debidos a un proceso inflamatorio o a su 
consecuencia1 que, generalmente, se relaciona con las enfermedades del tiroides y que se asocia al 
hipertiroidismo y al hipotiroidismo, e incluso puede presentarse en pacientes eutiroideos y causar una 
alteración significativa en la calidad de vida de los 
afectados.2
En la tiroiditis de Hashimoto, el carcinoma tiroideo y el hipertiroidismo primario, así como en 
las disfunciones tiroideas secundarias al uso de medicamentos como la amiodarona, se 
producen las mismas manifestaciones oculares y orbitarias que en la enfermedad de Graves, por lo 
que varios autores1-7 la denominan con los siguientes términos: orbitopatía distiroidea, 
orbitopatía relacionada con el tiroides y orbitopatía tiroidea (OT).
La edad de presentación de la orbitopatía tiroidea presenta, aparentemente, un pico bimodal 
de incidencia tanto en hombres como en mujeres, con grupos de edades de 40-44 y 60-64 años 
en mujeres y 45-49 y 65-69 años en hombres, pero el rango de edad puede oscilar entre los 25 
a 65 años.1,7
En la gran mayoría de pacientes el hipertiroidismo y la orbitopatía se presentan con un 
margen de tiempo de 18 meses entre ellas; aún así la aparición de una de ellas puede separarse de 
la otra en 20 años en algunos casos.1,8 
Se ha observado que las formas graves de 
orbitopatía aparecen en menos del 5% de los enfermos y es más común su aparición en pacientes de 
mayor edad, en diabéticos y en 
hombres.1
Un apartado especial debe considerarse para el hábito de fumar pues el cigarrillo está 
fuertemente asociado a la enfermedad de Graves y a la orbitopatía y es un factor de riesgo para 
ambas, pero con mayor influencia sobre la OT. Existen suficientes evidencias para afirmar que 
el cigarrillo disminuye la posibilidad de remisión del hipertiroidismo al tratamiento con 
drogas antitiroideas y, además, incrementa el riesgo de recurrencia del 
hipertiroidismo.1,7,8
Fisiopatología
En los últimos años se conoce mejor la patogenia, pero es una enfermedad de carácter 
autoinmune con etiología desconocida y con un tratamiento poco satisfactorio, por lo que es un 
enigma fisiopatológico y un dilema 
terapéutico.1 Está ampliamente sostenido que se trata de 
una enfermedad autoinmune sin relación directa con las alteraciones metabólicas causadas por 
la sobreproducción de la hormona tiroidea; esto explicaría la no mejoría de la enfermedad 
orbitaria luego de un satisfactorio control metabólico, así como la presencia de OT en pacientes 
eutiroideos o con tiroiditis de Hashimoto.1,7-10
La OT puede acompañarse de otras enfermedades de etiología autoinmune como son la 
miastenia gravis, el vitíligo y la diabetes mellitus, entre 
otras.1
En la OT se encuentra un aumento de volumen de los músculos extraoculares, de la grasa y 
del tejido conectivo al que se llega por un mecanismo de reconocimiento del antígeno que 
comparten la glándula tiroides y los tejidos orbitarios por parte de los linfocitos T autorreactivos y 
los linfocitos T CD4+ que segregan citocinas que van a activar a los CD8+ y los fibroblastos 
que secretan glucasaminoglucanos y producen un efecto osmótico que edematiza el 
espacio retroorbitario, con el consiguiente edema periorbitario y muscular que conduce a la aparición 
de proptosis.9,10
Se ha demostrado, in vitro, que la interleukina 6 (IL-6), que se encuentra elevada en el 
suero de pacientes con enfermedad de Graves, es capaz de aumentar la expresión de receptores 
de TSH en los fibroblastos preadipocíticos y que este receptor es el autoantígeno responsable 
del hipertiroidismo en la enfermedad de Graves y el posible autoantígeno común entre la órbita y 
la glándula tiroides. Esta sobreexpresión del receptor de TSH ayudaría a perpetuar el 
mecanismo inflamatorio en la órbita. La reacción inmunológica de la orbitopatía tiroidea es una reacción 
de tipo II y tiene la característica de ser una respuesta de tipo celular en sus fases iniciales, la 
que desaparece para dar paso a una reacción de tipo humoral en los estadios más avanzados de 
la enfermedad.1,11
La célula diana de la respuesta autoinmune en la OT permanece aún desconocida, pero 
estudios recientes se orientan hacia el fibroblasto preadipocítico, que puede diferenciarse en 
adipocito bajo estimulación, lo que aumenta el volumen del tejido graso de la órbita visto en la OT. Se 
ha observado que esta célula no solo muestra receptores de TSH sino que, además, es 
capaz, ante estimulación, de incrementar el número de estos receptores. Es conocido que las 
células afectadas son los fibroblastos, los adipocitos y los miocitos, aunque hoy en día 
está prácticamente descartado que el miocito sea la célula diana. En los músculos 
extraoculares existen estructuras análogas al tejido conectivo o a los septos fibrosos que sostienen el 
tejido adiposo orbitario; este tejido, en forma de endomisio, perimisio y epimisio, parece ser el 
sitio involucrado en la fibrosis y la cicatrización que se produce en la OT y que es responsable 
del estrabismo restrictivo.1
Clasificación 
Desde  el punto de vista clínico y terapéutico, según Pérez Moreira:1,7,12
  Fase activa: existen signos y síntomas de inflamación como son el edema a nivel de 
    los párpados, la restricción de la motilidad con o sin diplopía, la queratopatía, los exoftalmos 
    de cualquier medida y la disminución de la visión que hacen pensar en una neuropatía 
    compresiva. En esta fase se emplea tratamiento antinflamatorio esteroideo.
  Fase inactiva: no hay signos inflamatorios, puede que haya existido una inflamación 
      subclínica o que provenga de la fase activa, el cuadro clínico se mantiene estable. En esta fase se 
      pueden emplear el tratamiento quirúrgico y el rehabilitador.
  
  
  Según el  grado de exoftalmía:
  Incipiente: escasos síntomas, retracción palpebral pequeña, de uno  a 2mm, mínima exoftalmía (menos de 20mm), ausencia de enfermedad muscular o  mínima restricción no dolorosa en posiciones extremas, fotofobia, lagrimeo y  visión algo borrosa al despertar, agudeza visual conservada.
  Moderada: pequeña actividad 
    inflamatoria, retracción palpebral de dos a 
    3mm, exoftalmos de 20 a 23mm, restricción muscular con diplopía intermitente, con edema 
    palpebral, agudeza visual normal o levemente disminuida con retracción campimétrica sectorial, lagrimeo y queratopatía.
  Severa: edema en párpados e hipertrofia grasa, restricciones musculares acompañadas 
    de dolor con diplopía, exoftalmos mayor de 23mm, sufrimiento corneal por lagoftalmos, 
    agudeza visual de 0.6 o menos por neuropatía compresiva, edema periorbitario, hiperemia conjuntival 
    y quémosis.
  Síntomas y signos
  La aparición de los síntomas suele ser progresiva, gradual e insidiosa, con sensación de 
    arenilla, lagrimeo, fotofobia, edema palpebral y conjuntival, diplopía y disminución de la agudeza 
    visual:1,12,13
  Síntomas y signos palpebrales
  La retracción palpebral (signo cardinal) es característicamente más acentuada en el 
    tercio externo o temporal del párpado superior y es uno de los signos más precoces en aparecer en 
    la OT. Los pacientes suelen presentar edema palpebral periorbitario, que es más acentuado 
    en horas de la mañana, lo que algunas veces puede ser confundido con una reacción alérgica 
    por un Especialista en Oftalmología que sea inexperto; además, tiene otros signos asociados 
    como molestias en la lectura, la astenopia y la hiperemia palpebral y conjuntival en la fase 
    inflamatoria severa.1,2,8
  Exoftalmos
  La proptosis se produce por un conflicto de espacio en la cavidad orbitaria -que al ser 
  un espacio cerrado solo permite el desplazamiento de sus contenidos hacia la pared 
  anterior (septum y párpados), que es la pared más débil-, va desde una forma leve hasta formas 
    graves con subluxación del globo ocular y es uno de los signos más representativos de la 
    enfermedad. Generalmente es bilateral, pero en los inicios de la enfermedad puede ser unilateral o 
    bien asimétrica.13,14 El aumento de volumen de la órbita crea la sensación de presión que 
    tienen algunos pacientes y, en caso de afectación de los músculos, puede existir dolor, 
    generalmente al movimiento. La exoftalmia tiende a permanecer sin cambios durante muchos 
    años.1
  Restricción de la motilidad
  Cuando la miositis originada por este proceso inflamatorio se hace crónica puede 
    desembocar en un cuadro de fibrosis con proliferación de tejido conjuntivo, e incluso de reemplazo del 
    tejido muscular por tejido graso, lo que produce zonas de atrofia dentro del músculo; este 
    proceso conlleva al establecimiento de una miopatía restrictiva que caracteriza las fases tardías 
    de algunos pacientes con OT. Al examen físico el paciente presenta hiperemia subconjuntival en 
    la zona de inserción de los músculos rectos. A medida que la enfermedad progresa y los 
    músculos pierden elasticidad se produce rigidez durante las pruebas de ducción forzada. Los 
    músculos más afectados clínicamente son el recto inferior y el recto medio, por lo que en la clínica 
    es frecuente la desviación hacia abajo y hacia adentro del globo ocular, así como la dificultad en 
    la mirada hacia arriba y hacia fuera.1,8,12,15
  Cambios en la superficie ocular
  En las fases de actividad de la OT es característica una hiperemia difusa de la conjuntiva y 
    se observa, además, un aumento de la vasculatura subconjuntival en el área de inserción de 
    los músculos extraoculares. La dificultad del retorno venoso en los territorios de las venas 
    oftálmicas produce una acumulación de líquido que se evidencia en forma de quémosis conjuntival 
    que puede variar en intensidad desde ser muy discreta hasta prolapsarse más allá del borde 
    libre palpebral.1,8,12,15-18
  La exoftalmia, la disminución del parpadeo espontáneo, la retracción palpebral, la quémosis y 
    el lagoftalmos producen una exposición aumentada de la superficie ocular que conlleva a 
    su desecación que puede derivar en una queratopatía por exposición de gravedad variable y 
    que es inicialmente leve, cuando es una de las claves del diagnóstico precoz.
  Cambios intraoculares
  La presión intraocular, en los casos de compromiso muscular, sufre una elevación tanto 
    en posición primaria como en los movimientos de la mirada. Al realizar la prueba de Bradley 
    se constatan modificaciones de más de 4mmHg con los cambios de posición de la mirada y 
    en aquellos mayores de 9mmHg se correlacionan con neuropatía óptica 
    compresiva.1
  Alteraciones del nervio óptico
  Puede aparecer una neuropatía óptica compresiva no relacionada con el grado de exoftalmos, 
      a veces presente en exoftalmos pequeños. Siempre hay que pensar en ella cuando hay 
      disminución de la visión y, si no se trata a tiempo, puede provocar atrofia 
  óptica.1,8,18
  Diagnóstico por imagen
  El estudio imagenológico de la órbita, ya sea por ultrasonido (ECO), tomografía 
    axial computadorizada (TAC) o resonancia magnética nuclear (RMN), es de vital importancia 
    para valorar el estado de los nervios ópticos que pueden estar comprimidos o elongados, así como 
    el engrosamiento de los vientres de los músculos extraoculares, respetando la inserción 
    tendinosa y la disposición de la grasa orbitaria. Estos medios diagnósticos son de vital importancia 
    para decidir el tratamiento quirúrgico, además da posibilidades de diagnóstico 
    diferencial, fundamentalmente en las formas unilaterales, y descarta la causa 
    tumoral.12
  La ultrasonografía tiene las desventajas de que requiere experiencia (es mucho más 
    fácil visualizar el engrosamiento muscular en una TAC o en una RMN) y de que no aporta 
    buenas imágenes del tercio posterior de la órbita por la pérdida de respuesta ecogénica que se 
    produce a través de los tejidos. Además del engrosamiento muscular también se puede apreciar 
    el incremento del volumen de grasa, que se traduce en una imagen ecográfica orbitaria mayor 
    de lo normal.1
  La TAC en la orbitopatía tiroidea se efectúa en cortes axiales cada 3-5mm y coronales 
    cada 5mm, desde el párpado hasta el seno esfenoidal, y se utiliza el plano de centrado de 
    Salvolini-Cabanis.1,7,8 Los hallazgos que aparecen en la TAC son característicos: exoftalmos, 
    engrosamiento del vientre muscular con inserción tendinosa normal, incremento de volumen de grasa 
    y rectificación del nervio óptico, aunque en exoftalmos grado I  puede aparecer solo un 
    aumento de la grasa orbitaria.13 En algunos casos de OT aparece una imagen de efecto de masa 
    difusa en el espacio intracónico (+20 +50 NHU) por la inflamación subaguda en la grasa orbitaria, 
    lo que a veces no es fácil de diferenciar con imágenes de inflamaciones inespecíficas o 
    linfomas. Los cortes axiales y coronales del ápex muestran muy claramente la compresión del 
    nervio óptico a nivel del vértice orbitario por el engrosamiento muscular cuando existe un síndrome 
    de hacinamiento.1,14
  Con la RMN se puede valorar la actividad de la enfermedad porque está relacionada con 
    la presencia de edema o de fibrosis en los músculos. En fase activa se observa hiperseñal y 
    mayor celularidad (edema-agua) y, en fase inactiva, hay hiposeñal (fibrosis residual). Tiene la 
    desventaja de no mostrar en detalle el tejido óseo, con lo que es menos útil que la TAC para planear 
    y valorar las decisiones quirúrgicas de tipo descompresivo.
  Tratamiento
  En la orbitopatía tiroidea es siempre importante el control sistémico del paciente por parte 
    del Especialista en Endocrinología, pero lo es aún más en la fase activa de la enfermedad 
    para evitar los brotes o las recaídas clínicamente observados cuando hay episodios agudos 
    de hipertiroidismo o hipotiroidismo por un mal control, observación clínica notada con 
    mayor frecuencia en pacientes jóvenes. Es además importante la educación del paciente y la 
    modificación de los estilos de vida en caso de que sea fumador -es importante tener en cuenta la 
    grave repercusión que tiene el cigarro en esta enfermedad-.
El tratamiento se impondrá según la severidad y actividad 
  clínica:1,7,8,10,12
  Forma leve (medidas de protección del globo ocular):
         Retracción palpebral: ß-bloqueantes (guanetidina) o toxina botulínica
     Fotofobia, lagrimeo: gafas de sol
         Sensación de cuerpo extraño: lágrima artificial
     Lagoftalmos: uso de gel (oclusión nocturna)
     Diplopía: prismas
  Forma moderada: hay dos alternativas terapéuticas con la metilprednisolona (bulbos -Bb- 
  de 500mg) endovenosa (EV):
  Dos esquemas, a elegir uno:
  
Se debe tener como precaución que la dosis acumulativa total no exceda los 8g en el curso del tratamiento. Los pacientes deben ser sometidos previamente a estudio de la función hepática, la hipertensión arterial, la diabetes mellitus, la úlcera péptica, la infección urinaria y el glaucoma y, durante el tratamiento, al monitoreo de sus efectos adversos.
Se pueden usar esteroides vía oral como la prednisolona, 60mg diarios por una semana, rebajar 5mg semanales y mantener su uso mientras existan signos de actividad.
  En aquellos pacientes con mala respuesta al tratamiento esteroideo, diabéticos que 
  necesiten su uso prolongado, enfermos con úlcera gástrica o cualquier otro caso en que el uso 
  de corticoides desee evitarse o disminuirse se puede utilizar tratamiento con drogas 
alternativas como:
La radioterapia (RT) es otra opci        ón terapéutica cuando no hay respuesta a los esteroides y 
  se puede usar en combinación con estos; está indicada cuando existen diplopía y restricción de 
  la motilidad. La dosis total es de 10Gy en dosis diarias de 2Gy. Las dosis acumulativas de 10Gy 
  son tan efectivas y mejor toleradas que las dosis superiores 
  (20Gy).1,8,12
  La cirugía rehabilitadora, en la fase inactiva, estará dirigida a la retracción palpebral y 
  al estrabismo restrictivo y es solo recomendable luego de tres años de evolución 
  aunque, recientemente, se plantea que puede realizarse a los seis meses de inactividad de 
  la enfermedad.1,7,8,16,19,20
  Forma severa (varias modalidades de acuerdo con la actividad clínica):
  Activa: pulsos de metilprednisolona EV (Bb 500mg): 2Bb diluidos en 500cc de solución 
  salina fisiológica (SSF) al 0.9% a pasar en cuatro horas; tres pulsos a razón de uno diario. Si no 
  hay mejoría en dos semanas o el tratamiento induce efectos indeseables significativos, pasar 
  sin demora a la descompresión quirúrgica de la órbita en caso de que haya amenaza para la visión.
  Inactiva: el tratamiento de la OT no activa es de tipo quirúrgico-rehabilitador 
  (descompresión orbitaria por la vía endoscópica nasal y las intervenciones quirúrgicas del estrabismo y 
  la cosmética palpebral), no se debe pensar en la intervención quirúrgica como un 
  tratamiento cosmético o plástico porque no lo es, los cambios perioculares y orbitarios no son producto 
  del envejecimiento natural de los pacientes sino de un proceso mórbido que altera la 
  anatomía normal de la órbita del paciente y coloca sus estructuras (globo ocular, párpados, grasa, 
  etc.) en lugares anatómicamente 
  incorrectos.1,10,18,19-23
  La toxina botulínica constituye una alternativa a la operación, es menos invasiva y se 
  emplea para la retracción palpebral y el estrabismo. A diferencia de la intervención quirúrgica se usa 
  en fase activa de la orbitopatía y, aunque se puede usar en cualquier forma de la enfermedad, 
  se han obtenido mejores resultados en las formas leves y moderadas que en las 
  severas.1,8,12,23-25
  En la actualidad se empiezan a utilizar terapias biológicas con rituximab, micofenolato o 
  tocilizumab como alternativa a los glucocorticoides intravenosos o si falla la RT; de momento las 
  indicaciones son como uso compasivo, pero parece que su uso en pacientes seleccionados 
  (diabéticos, hipertensos,
) puede ser, en un futuro próximo, una alternativa eficaz en el tratamiento de 
  la OT.7,10,26
  La orbitopatía tiroidea es una afección inflamatoria de tipo autoinmune y autolimitada, 
  su evolución y su pronóstico dependen de múltiples factores como son el estado de 
  control tiroideo, la gravedad con que se inicien y desarrollen sus síntomas y signos, la presencia o 
  no de factores agravantes y el estado psicológico del paciente. Es muy importante en estos 
  casos que el diagnóstico se realice de forma precoz y que el tratamiento sea oportuno y 
  adecuado según la severidad y el grado de actividad clínica con el fin de devolver al paciente 
recuperado a su entorno laboral, social y familiar. 
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Recibido: 24-4-2014
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